Modernización de la Línea A para 2026: Un reto millonario

Cómo reconocer que la ciudad es un plato de pozole geológico, la entrañable Línea A, esa reliquia del transporte público capitalino. Vieja conocida de quienes han aprendido a moverse en una ciudad que se hunde, literalmente, y lo hace con una gracia que raya en lo absurdo. Como buen chilango, este tramo del Metro se desploma con dignidad, con esa mezcla de resignación y humor negro que nos caracteriza, Conecta Pantitlán con La Paz, una travesía que suena más a testimonio mortal que a trayecto. si algo representa esta línea es la mentira del “progreso”: ir de un rincón olvidado a otro aún más periférico, cruzando estaciones que se sienten más cerca del Averno que del centro de la ciudad.

Los constantes hundimientos en la Calzada Ignacio Zaragoza ya no se perciben como fallas estructurales, sino como parte del folclor urbano. Es un feature, no un bug. Los vagones descienden, crujen y se inclinan con tal naturalidad que el Metro parece ofrecer una montaña rusa diaria… solo que sin emoción, sin cinturón de seguridad, y sin que nadie haya preguntado por ella.

2 de junio de 2025: Fuertes lluvias causan suspensión del servicio en la Línea A del Metro de CDMX.
7 de junio de 2025: Nota publicada sobre el anuncio de rehabilitación de la Línea A.
2025: Se había planeado iniciar las obras este año, pero se posponen para 2026.
2026: Año en que oficialmente comenzarán los trabajos de modernización de la Línea A.

Y no olvidemos las inundaciones, esa costumbre de temporada que convierte las vías en canales improvisados. Lo del 2 de junio de 2025 no fue una emergencia: fue arte contemporáneo. Un performance organizado por Tlaloc que convirtió al Metro en acuario, con el toque distintivo de la fauna del drenaje (si es que no hay ya tilapias nadando entre los durmientes). Un homenaje líquido a lo que significa vivir en esta ciudad: adaptarse, flotar, y seguir adelante.

La famosa modernización de la Línea A —esa promesa tantas veces reciclada— estaba programada para 2025, pero en un inesperado giro cuántico, ahora será en 2026. La razón oficial: "ajustes de planificación". La real: el tiempo es relativo, sobre todo cuando hay elecciones cerca o fondos que desaparecen misteriosamente.

El proyecto contempla la nivelación de vías, un eufemismo técnico que se traduce como: “Vamos a rellenar los hoyos, alinear lo que se pueda y rezar para que no se hunda otra vez”. También se incluye una rehabilitación del sistema de drenaje, ese invento milenario que aún sorprende a algunos funcionarios que creen que el agua se evapora sola.

Pero la joya de la inversión es la renovación de los Talleres de La Paz, con una cifra ya gastada de 247 millones de pesos. Entre la maquinaria adquirida destacan nombres que parecen salidos de un catálogo de juguetes mecánicos para adultos: un torno rodero, una prensa caladora, una grúa viajera (aunque no especifican si viaja a Cancún o solo dentro del taller), y una flamante lavadora de trenes de alta capacidad, porque hasta los vagones merecen un día de spa tras décadas de transportar humanidad y olor a tamal sudado.

Impacto en el Servicio
(o: "Prepárense para el caos, otra vez")

A estas alturas, lo único claro es que nada está claro. No se ha determinado si la línea se cerrará total o parcialmente. Las autoridades se limitan a prometer que informarán “en su momento”, lo cual, en lenguaje burocrático, quiere decir: cuando ya esté cerrada y no haya vuelta atrás.

En caso de cierre, la operación será sustituida por camiones de la RTP, esos mismos que, por alguna razón, siempre están más llenos que un vagón en hora pico o un concierto gratuito en el Zócalo. Prepárense para una experiencia multisensorial: aroma a axila ajena, empujones sin remordimiento, y la certeza de que llegarás tarde… pero con la espalda fortalecida.

El reto logístico: rutas colapsadas, tráfico eterno y la combinación perfecta de improvisación y desesperación que caracteriza cualquier obra pública en la CDMX. ¿Mapas informativos? ¿Apps útiles? ¿Comunicación eficiente? Eso sería pedirle peras al olmo. Aquí se aplica la filosofía de siempre: échale ganas, vecino.

La presidenta Claudia Sheinbaum confirmó que la Línea A del Metro CDMX será sometida a una rehabilitación integral en 2026 para corregir hundimientos en Calzada Ignacio Zaragoza y problemas de inundaciones que afectan su operación y velocidad del servicio1 2 3 4 7.
Sin embargo, hasta ahora no hay confirmación oficial de un cierre total de la línea durante las obras. Las autoridades han mencionado que la modernización será profunda, similar a la realizada en la Línea 1, pero no han detallado si el cierre será total o por etapas, ni la duración exacta del mismo1 2 3.
Se sabe que la Línea A es muy usada diariamente (más de 195 mil personas) y la rehabilitación es necesaria para mejorar la seguridad y eficiencia del servicio, dado el desgaste estructural y las inundaciones frecuentes2 3.
En caso de cierre o suspensión parcial, se prevé que el servicio será sustituido por camiones RTP, lo que podría implicar mayores tiempos de traslado y saturación en vías como Calzada Zaragoza, aunque esto no ha sido confirmado oficialmente1

Linea que la mayoría utiliza, pero que nadie ama.

La Línea A moviliza a más de 195 mil personas cada día, porque en esta ciudad el transporte público no es un lujo, ni siquiera una alternativa: es una necesidad brutal, un ritual urbano. Si lo usas, sobrevives. Si no, el tráfico te traga.

aunque es una de las líneas más criticadas —por su lentitud, por sus filtraciones, por su decadencia— es también una de las más vitales. En los próximos años, se espera que se conecte con el Cablebús, el Trolebús Elevado, y quién sabe cuántos más proyectos con nombre futurista y resultados inciertos. Todo un collage de sistemas mal conectados y peor mantenidos, pero eso sí: todos estratégicos, porque en México, cuando algo no funciona, se le declara estratégico para justificarlo.

Aguanten, va pa’ largo, la Línea A es un monumento al estoicismo chilango. Se hunde, se inunda, se detiene, se abarrota, y aun así, sigue ahí. Persistente. Terca. Heroica, si se quiere. Es la encarnación metálica del lema no oficial de la ciudad: "Aquí seguimos, aunque no sepamos cómo".

Quizá algún día veamos una línea moderna, rápida, limpia y confiable. Pero hasta entonces, toca resistir. Aguantar los baches, las lluvias, los retrasos y los pretextos. Porque si algo nos une como capitalinos no es la infraestructura, sino la capacidad de reírnos mientras todo se desmorona.

Así que sí: disfruten del viaje, porque no nos queda de otra.

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